Al cerrar mis ojos...

Revivo aquella noche cada vez que cierro los ojos. Sé que no significó lo mismo para los dos, pero para mi fué un comienzo maravilloso.
No ocurrió hace mucho. Habiamos hecho el amor esa misma tarde, y lo disfruté como siempre lo hago contigo; pero al parecer, al llegar la noche tu tenias ganas de más.
Ya de madrugada, yo intentaba dormir dandote la espalda, después de haberte abrazado durante casi dos horas. Me encanta dormir abrazado a ti, pero ya sabes las vueltas q doy siempre en la cama... Fué entonces cuando noté tus pechos contra mi espalda, tus caderas rozando contra mi culo; tu mano derecha surcaba mi costado, arrastrandose hasta encontrar uno de mis pezones q comenzó a pellizcar, primero suavemente y, al notar mis pequeños gemidos, mas duramente, clavandome las uñas en él... Con la voz entrecortada conseguí decirte que me estabas poniendo muy caliente, tanto como al parecer ya estabas tu... Pero lo que me susurraste a continación me volvió loco del todo. No te apetecia hacer el amor, pero ya que me mostraba tan sumiso, me preguntaste si me importaria masturbarte sin esperar nada a cambio después. Excitado como nunca, te besé, mientras humedecía mis dedos con nuestra saliva. Tus labios, tus mejillas, tu cuello. Despacio fui bajando hasta tus pechos, mientras mis dedos se empapaban de ti al ritmo de tus caderas. Metiste la mano bajo mis boxers agarrando mi poya y comenzaste a masturbarme. Poco a poco mordisqueaba tus pezones mientras tu castigabas con fuerza los mios alternativamente. Hasta que, aprisionando mi mano entre tus piernas, comenzaste a temblar con un orgasmo increible. Te besé, te abrazé. Nos fundimos en uno. Entonces volviste a subir mis boxers, a pesar de la tremenda erección, y con una sonrisa me diste las gracias. En ningún momento me prohibiste acabar de consolarme, pero por respeto y sumisión a ti, ya que tu no habias querido acabar, no lo hice. Espero que algun dia seas tú la que me ordene dormirme en ese estado... Porque tanto esa noche, como hasta ahora, me siento tremendamente satisfecho de tenerte como Ama y pareja. Poco a poco y con timidez te ibas adentrando en este mundillo, llevandome a mi de la mano. Gracias mi Ama.